Comisión diocesana de Ecología Integral. DÍA DE LA MADRE TIERRA. 22 de abril.

Comisión de Ecología Integral – DÍA DE LA TIERRA 2025

Comisión diocesana de Ecología Integral – Día de la Tierra
¡FELIZ PASCUA DE RESURRECCIÓN! ESCUCHANDO EL GRITO DE LA TIERRA
22 de abril de 2025

Comunicado de Carlos Jesús Delgado Reguera,
coordinador de la comisión diocesana de Ecología Integral.

En este tiempo en el que seguimos celebrando y profundizando en el misterio de la Pascua de Resurrección de nuestro Señor Jesucristo, tristes ante la pérdida terrenal de un gran defensor de la vida en la Tierra como ha sido el Papa Francisco, queremos seguir mirando con esperanza hacia el futuro, hacia el nuevo sínodo, comprometidos con esa fraternidad universal que nuestro hermano Jorge Mario Bergoglio, el obispo de Roma, proclamaba emulando a San Francisco de Asís.

Hoy, aunque conmovidos todavía por la noticia, debemos seguir siendo fieles al evangelio y a las enseñanzas proclamadas por los últimos tres pontificados, queriendo estar a la altura de las necesidades de los más vulnerables y del grito de la Tierra. Por ello nos unimos también a la sociedad civil en la celebración de un día internacional de gran importancia para todos los habitantes del planeta, el Dia Internacional de la Madre Tierra.
Comisión diocesana de Ecología Integral. DÍA DE LA MADRE TIERRA. 22 de abril.
Os invito a vivir a la primavera, contemplando las maravillas de la Creación de Dios y su poder. Observar cómo los árboles que aparentaban estar adormecidos despiertan a la vida, haciendo brotar sus hojas y flores… mirar cómo han crecido las plantas tras las potentes lluvias recibidas como bendición para los campos. Es maravilloso ver las nieves acumuladas en las montañas y toda una delicia ver la altura de la vegetación si paseamos por los parques naturales que nos rodean, especialmente cuando comparten sus aromas. Sin duda, toda la Creación entera parece alegrarse y compartir la resurrección de su Señor, el Cristo, y también seguro agradece la gran labor llevada a cabo por el Papa Francisco en defensa de la vida en nuestra Casa Común.

Pero, aunque todo parece idílico en nuestro entorno primaveral, un breve paseo por nuestro Madrid Río entre el Puente de Segovia y el Puente de los Franceses, también nos muestra la cantidad de basuras, residuos y escombros que aparecen en el río Manzanares, ahora que las aguas han vuelto a su cauce habitual. También la contaminación producida por el tráfico volverá poco a poco a retomar sus índices elevados, tras estos días de vacaciones y lluvias. Y es que aún queda mucho por hacer en la protección de nuestra Casa Común, siguiendo los sinodales pasos de nuestra Iglesia.

El lema internacional que se nos propone este año invita a la población mundial a tomar conciencia de “nuestro poder, nuestro planeta”, para poder triplicar la producción de las energías renovables antes de 2030 y así abandonar el camino contaminante de las energías fósiles. Personalmente, y puesto que aun estamos viviendo este tiempo de Pascua, me gustaría más centrar el lema en “el Poder de Dios, su Creación”. Necesitamos una gran dosis de humildad para reconocernos partícipes de las bienaventuranzas, especialmente de los Pobres de Espíritu, que saben reconocerse necesitados del poder de Dios y de los recursos naturales que conforman parte de su Creación, pues por nosotros mismos no tenemos capacidad para vivir. Hasta que no tomemos conciencia de la buena noticia del Sermón de la Montaña, difícilmente nos moveremos en la dirección correcta, que no tiene porque ser distinta a la que el Espíritu Santo suscita en la población civil que busca la paz y la justicia, independientemente de sus credos y pensamientos políticos. El Papa Francisco supo interpretar esta realidad en sus encíclicas, especialmente en Fratelli Tutti, recogiendo los mejores valores que puede presentar la humanidad, si colabora en los retos comunes.

Está claro que, desde la fe, debemos replantearnos este “Día Internacional de la Madre Tierra” aportando nuestros valores cristianos y nuestra mirada centrada en Cristo. Teniendo en cuenta nuestra capacidad individual y comunitaria para movilizarnos eclesialmente hacia nuevas formas de consumir, menos contaminantes y por lo tanto más saludables para todos los seres vivos que compartimos la Tierra, nuestra Casa Común.

Es cierto que no todos tenemos la capacidad económica o simplemente la posibilidad, para instalar placas solares, aerotermia, geotermia… en nuestras viviendas. Pero si podemos tomar decisiones que prioricen el consumo de energías sostenibles, producidas desde fuentes naturales, como las mareas, el sol, el viento.

Realmente se nos ha concedido poder, pero este poder se centra en nuestras decisiones de consumo y en nuestra capacidad humana para sumarnos a los demás, para hacer frente común a los grandes retos, desde una ética saludable y unos valores que antepongan la vida a la muerte, desde la justicia y la paz. Juntos podemos elegir como consumimos, cuando, con quien, en qué momento del día… Nuestras acciones tienen una fuerza, un poder, que puede facilitar la habitabilidad en este planeta, que no es de nuestra propiedad… es de Dios. Pero sobre el cual, como se nos dice en el relato del Génesis, tenemos la capacidad y la obligación de cuidarlo, cultivarlo y hacerlo fructificar, de manera sostenible para las próximas generaciones.

Celebremos pues el “Día Internacional de nuestra madre Tierra”, bajo la perfección humilde de nuestro hermano San Francisco de Asís y su Cántico de la Criaturas, del que celebramos este año su 800 aniversario. En este texto franciscano, el “Poverello de Asís” hablaba de la Hermana Madre Tierra, en estos términos:

“Alabado seas, mi Señor,
por la hermana nuestra madre tierra,
la cual nos sostiene y gobierna
y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas.”

En nuestras manos está la capacidad de mantener y cultivar o destruir y extinguir masivamente la biodiversidad y los hábitats que nos sustentan. Es hora de apoyar acciones contra las malas decisiones económicas y políticas que promocionan la muerte, en vez de defender la vida. Para ello, no perdamos de vista el ejemplo del Papa Francisco, ni olvidemos el Sermón de la Montaña y las bienaventuranzas de Cristo, aquel que ha vencido a la muerte, el Señor de la Vida Eterna… la Palabra encarnada para la que todo fue hecho. El verdadero Señor de la Tierra y el que nos concede el poder, para obrar el bien, encomendándonos acciones que promuevan la justicia y la paz.

¡Feliz Pascua, feliz día de la Tierra!


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